El mundo que imaginamos, y en el que queremos vivir, es un mundo donde el Hombre y la Naturaleza están en armonía y equilibrio, ambos parte de un proceso de evolución continua hacia formas de vida cada vez más conscientes de su interconexión.

La naturaleza libera su energía vital y su fuerza beneficiosa a través de la Belleza, que es su expresión suprema y universal. El hábitat natural, preservado y protegido, se expande en todos los países del mundo y la biodiversidad crece tanto en la tierra como en los mares.

En la Belleza de la Naturaleza, el Hombre encuentra su profunda conexión con la Tierra, su sentido innato de pertenecer a ella y su empatía hacia todas las formas de vida, lo que lo lleva a cuidarla espontáneamente, a respetarla y protegerla como fuente primaria de energía y amor por el cuerpo, la mente y el espíritu.

El hombre respeta todas las formas de vida al reconocer que es parte del “grande pueblo” de la Tierra y de la gran red de interacciones de agua, aire, suelo, luz y de todos los elementos que hacen posible la vida.

Movidos por esta conciencia, más y más personas iluminadas en cada región del mundo viven y trabajan motivados por un ardiente deseo de bienestar para el Hombre, para los animales, para el planeta. Una conciencia colectiva que se basa en el crecimiento de la conciencia individual, y que genera cambios concretos en la vida privada, en las organizaciones, en la política, hacia una real sostenibilidad ambiental, económica y social.

22 de abril de 2020, 50º Día de la Tierra